Desde algún lugar de la noche llegó el rumor de una disputa entre amantes, el ruido de un portazo y un llanto de mujer. Al otro lado de la calle la sorprendió la voz de otra mujer que cantaba una canción de cuna.
De pronto, como si recordara algo, se miró la mano en la que brillaba un anillo nuevo, y sonrió…
Le costó reconocerse. De alguna manera extraña se sentía confundirse y prolongarse en las demás. De alguna manera extraña sabía que no eran tres mujeres, sino una sola con diferente rostro y diferente historia. Una sola mujer que atravesaba la noche, el aire y el jazz…
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